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Revista de Educación Infantil y Juvenil de GITA centroantroposofico.org

EDUCACIÓN HOY: ¿LIBERTAD, O COLOCACIÓN DE LÍMITES?

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Para comenzar, quisiera plantear la pregunta: ¿Por qué hablamos de educación?. Cuando se dice: “Educación hacia la libertad”, que incumbencia se le está dando al trazo de límites, o, ¿la libertad tiene que ver con ausencia de límites?. Sucede, que la libertad puede ser un problema, del mismo modo, como podemos percibir como problemáticos a los límites. La libertad posee muchos matices y algunos son muy crueles. Libertad, simplemente como palabra, no es aun la esencia de la dignidad humana, al respecto es menester saber, que clase de libertad tiene que ver algo con la dignidad humana y con el comportamiento digno del ser humano. Y con los límites sucede lo mismo. Cuando los límites tienen el carácter de prisión, con toda seguridad se encuentra profundamente cuestionada la dignidad del hombre, se encuentra afectada. Cuando empero el límite es una experiencia, donde chocamos y donde justamente junto a esa experiencia límite tomamos conciencia de la libertad, entonces, tenemos esta maravillosa vivencia: ¡Junto al límite despierto y descubro aquello que en realidad quisiera! Y al no encontrarme con límite alguno, no me encuentro conmigo mismo. Hay experiencias de límites, en los cuales tenemos vivencias de prisión y hay otras experiencias de límites, que son un favor. Mediante la misma, de una manera salutífera, es llamada nuestra atención sobre nosotros mismos, vivenciando lo otro como resistencia, despertando entonces a tomar conciencia de nosotros mismos.

limitesninoLa generación de los años 68 buscaba para sus hijos, libertad sin límites. He vivenciado algunos de esos otrora-niños como padres de niños pequeños, y en realidad me encontré con la postura de coincidencia: “Así como se hizo conmigo, yo no lo hago con mis hijos”. Cuando luego se hablo acerca de donde se hallaba el problema, descubrieron, que la consecuencia educativa de poder hacerlo todo, sin límites, era un sentimiento de inseguridad y una carencia de conciencia propia. La conciencia propia, despierta, cuando chocamos. Algunos niños, que han sido personalidades muy fuertes, prácticamente han forzado esas experiencias y esto es lo que hacen muchos niños en la actualidad, que son educados en el estilo Laisser-faire. Obligan al maestro a ponerles límites en la escuela, mediante la desenfrenada provocación. Así, el maestro tiene que actuar y promover las vivencias de límites. Ejercen su provocación durante tanto tiempo, que hasta a la persona mas paciente y tolerante se le acaba la paciencia y luego llega el no, o, el límite, y los niños están felices. Es un despertar, un haber sido tocados, tal vez, dejado allí parado, con una palabra. Naturalmente, que existen métodos de comportamiento pedagógicos diversos y valiosos en estas experiencias de límite.

Esta cuestión de límite y de libertad es una cuestión de conciencia. Y, lo que antecede a esa cuestión de libertad y limite, es la pregunta: “¿En resumida cuenta, por qué necesitamos la educación?” Todas estas preguntas “Educación de qué y para qué, o, qué es correcto y qué es equivocado”, en realidad solo puedan ser contestadas razonablemente, si nos preguntamos primero, porque el hombre de por si necesita educación. Y entonces, rápidamente nos daremos cuenta, que aun el adulto más capaz necesita aun, un poco de educación. Es evidente a simple vista: Una persona que opina que se encuentra en un estado tal que ya no necesita educación alguna, que ha logrado la madurez cultural, a una persona así, preferimos no frecuentar. Mientras que las personas que se vivencian como aún no maduras culturalmente, siempre son interesantes, son abiertas, tienen preguntas y están interesadas en todo lo que las rodea. Goethe lo formula de una manera muy bella en el Fausto, hace que la persona alegre diga: “Al que se siente hecho, nada le viene bien, siempre agradecido será aquel, que siente estar en evolución”. La dimensión de la crítica expresada por una persona, es proporcional a su incapacidad a la auto educación. Oculta esa incapacidad a la auto educación, bajo la constante critica, esto le otorga una aparente satisfacción a la necesidad humana de educación. La necesidad de educación es orientada hacia los demás. Es menester una determinada inteligencia para descubrir las fortalezas de los demás, las debilidades saltan a la vista y contra estas se orienta entonces la crítica, para intentar una educación sin éxito ni resultado alguno. Sucede, que a los adultos ya no los podemos educar desde afuera y lo que no da resultado en los adultos, tampoco lo deberíamos intentar en los niños.

Fragmento del ensayo de Michaela Gloeckler
ver el ensayo completo en: http://www.medicosescolares.com.ar/inicio.php?s=23

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Esta entrada fue publicada el noviembre 19, 2015 por en La Primera Infancia, Pedagogía Waldorf, Salud Infantil.

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